Trovadora de Sueños e ilusiones

sábado, 19 de marzo de 2011

Las luces de Hilargi


Dicen que cuando la pequeña Hilargi abrió sus ojos sólo halló oscuridad y tristeza. El mundo en donde había despertado estaba sumido bajo las tinieblas y su negrura amenazaba con comerle y aprisionarle su corazón.
Echó a andar y, a lo lejos, distinguió un pequeño destello que oscilaba en un pequeño vaivén de ir y venir. Cuando llegó, vio a un joven dorado que se columpiaba suavemente en la neblinosa oscuridad.
-¿Sabes qué? (Le dijo ella) Me gustaría ver qué es lo que está arriba de mi cabeza
E Hilargi levantó sus ojos.
-No hay nada más que negro
El joven se detuvo y mantuvo largamente su mirada en la nada.
-Soy Dagobert
Y volvió a columpiarse.
-Yo, Hilargi 
Volvió a alzar sus ojos y un pequeño brillo la anonadó un momento.
-¡Mira! (Exclamó)
Dagobert la ignoró.
-Vamos… ¡Mira!
Lo tomó de una mano y le señaló con esta una pequeña luz que parpadeó tímida.
-¿No crees que es linda? (Sonrió)
Él le cegó su vista con sus manos y le susurró:
-Sería más bella si hubiesen más como ella
Y cuando volvió a ver, un manto de luces le iluminó.
-Son… ¡Hermosas!
-Son estrellas (Le sonrió Dagobert), son las luces que iluminarán tu camino y que alejarán la oscuridad. Es mi regalo para que veas lo que hay más allá de tu cabeza
-Gracias…
De pronto, se había encontrado otra vez sola y el joven dorado ya no se hallaba allí.
Dicen que cuando la negrura vuelve a aparecer, Dagobert le da más estrellas a Hilargi para que vuelva la luz en la oscuridad y que esta guíe a los hombres para que no se pierdan y vuelvan sanos y salvos a sus hogares.

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