Trovadora de Sueños e ilusiones

jueves, 28 de octubre de 2010

Pasión


Mátame en sinfonías de locuras,
piérdeme en una noche sin lunas,
mírame fuera de tus penumbras,
escúchame sin las mentes duras,
y créeme en el sin fin de mis ternuras
que da vida a tus manos desnudas.


Corazón


Déjame reconocer lo que dices, tu voz se está volviendo fuerte pero abstracta. ¿Qué es lo que dices? ¿Qué me intentas decir? Golpeas, golpeas, quieres salir de mí. Me asustas, casi podría decir que no eres parte de mi pecho. Gritas tan fuerte que no logro escucharte... Déjame darte la quietud que tanto queremos, si aún crees en mi alma y en todo lo que concierne a mi más absoluta realidad.

Perdida en ti y en mí



Me tomas sin verme, con esas yagas de emociones
la espiral que se transformó la necesidad del otro
se convirtió de a poco en la certeza prejuiciosa
que ahora nos mantiene unidos sin estarlos realmente.

Me dices tantas cosas que no puedo entender
que si me preguntas sólo tendré a reírme de mí
y de tantas otras cosas que no entiendo hoy ni ayer.
Pero no sé que es lo que buscas en mis ojos...

En ellos yo sólo veo dos charcas opacas de nada
y tú insistes en ver algo más, algo que es desconocido.
A veces me cansas, a veces me dejas sola acompañada
y quizás quiero que estés, y también que no estés.

¿Quién puede entenderme? ¿Acaso tú me entiendes?
Sé que cuesta después de todo, no soy perfecta
te he hecho sufrir y no sé que he de esperar de ti
si yo ya no espero nada de mí, estoy confundida.

Me amas y me adoras pero ¿Te gusto? ¿Me deseas?
Entonces ¿por qué me dejas ir y perderme en abrazos?
Soy una niña pequeña y otros quieren que sea otra
Pero yo quiero ser yo y no me dejan ser yo.

Eres tan especial para mí y nadie lo puede enteder así
Te adoro como persona y, como hombre, no sé...
No siempre eres como eras ayer y ya estás distinto.
Ayúdame a creer que hay algo en el corazón.

Quisiera mirar hacia ese cielo oscuro que está allí,
mirarlo sin pestañear y mantener sus ojos amarillos.
Algunos piensan que no lo lograré ¿y tú?
Sólo llévame a un lugar donde pueda llorar en paz.

Quiero que mi alma ría como todas las demás
que se estremezca con cada roce y beso tuyo.
Pero no haces nada, las palabras no las reemplazan.
Quiero que me hagas con la felicidad que me es esquiva.

Bórrame y dibújame otra vez, hazme como tú quieras
quizás la más tierna, la más erótica, la más madura.
Pero no la que soy ahora, unos restos de lo que era
tan oscuros y cenicientos que ni yo reconozco.

Sólo desearía que encuentres aquello que perdí...
Sí, lo que ya no encuentro y que necesito ¿Qué era?
No lo recuerdo, quizás es tu deber encontrarlo para mí.
Sí... Me gustaría que lo encuentres para que sea feliz.

Y sólo amar


Bajo los cipreses del mar
espero al que me ha de amar,
con su voz en mi oído hablar
y con sus manos mi alma tocar.
Que haga mis heridas sanar
con sus alas hacerme volar,
que quite lo que es de olvidar
y que me dé nubes para bordar
una vida juntos de la mano andar.

Y así, en la más profunda libertad
estemos deseados en felicidad,
esa que te da sólo la humildad
y la belleza de nuestra sinceridad.
Armada de las estrellas de bondad
encumbremos manos a la verdad.
Sonríeme para afrontar la adversidad
y abrázame para mi prosperidad
como las flores de la hilaridad.



domingo, 24 de octubre de 2010

Dime


¿Sabes?
Me estoy enamorando de ti
y no sé cómo puede decir
que tú me gustas.

¿Sabes?
Esto ya no tiene control
será que estoy llena de amor
dame respuestas.

Y en este mundo loco, loco
poco a poco me quita a otro.
Mi corazón roto, roto
codo a codo busca entre todos

Dime que es lo que yo puedo hacer
antes que mañana no te vuelva a ver
si vale la pena que te ame más que ayer
contesta si te importo una vez.

¿Ya ves?
Hablemos de ti y de mí
decidámoslo ahora y aquí.
No me confundas.

¿Ya ves?
No quiero ilusionarme hoy
sólo quiero tu si o un no
Sé ya directo.

Y en este mundo loco, loco
poco a poco me quita a otro.
Mi corazón roto, roto
codo a codo ríe entre todos

Dime que es lo que yo puedo hacer
antes que mañana no te vuelva a ver
si vale la pena que te ame más que ayer
contesta si te importo una vez.

Dime que es lo que yo puedo hacer
antes que mañana no te vuelva a ver
si vale la pena que te ame más que ayer
contesta si te importo una vez.

Sí, te importo como yo te amé...

Pero no quiero respuestas vacías
quiero que seas sincero y digas
que...

Si vale la pena que te ame más que ayer
contesta si te importo una vez.

Si te importo (una vez), si te importo una vez
Si te importo (una vez), si te importo una vez
Si te importo una vez.

Lo bueno de amar es que puedes olvidar




Su reencuentro fue, por así decirlo inesperado. Él, doctor. Ella, paciente. 

Él había sido un hombre perfecto, de buen trabajo, bonito rostro y de buen carácter. Ella sólo lo había querido olvidar. 

La camilla dónde estaba ella era de fierros y sábanas blancas, con un tubo que le salía de la boca y otras tantas máquinas que sonaban ante el menor de sus quejidos. La cama de él era de suaves sábanas y negros maderos, de un reloj que gritaba a las 6 en punto y un aparato que sonaba al menor de las emergencias. 

Ella no sabía que estaba él y, si lo hubiese sabido, no habría querido verlo. Él sabía que estaba ella y, como toda paciente, tendría que poner sus conocimientos en juego si quería seguir trabajando. 

La enfermera venía cada día a verla, sus latidos débiles y dificultosa respiración le hacía pensar que no saldría de aquella camilla. La enfermera venía, después, a verlo con las pruebas y anotaciones de ella. 

Él las veía sin más, como cualquier otro de tantos, en su oficina con sus lentes de reposo con la luz de una lámpara de mesa. Ella se mantenía quieta en una habitación blanca de frías paredes y de tristes cortinas. 

El aparato chilló inquieto y corrió hacia una puerta verde clara. Las máquinas gritaron y ella sonrió en sueños. 

Sus ojos la vieron débil, ojerosa por la pérdida de sangre y, aún así, bella. Pensase lo que pensase ella, él la encontraba bella. 

"Te necesito..." 

Un recuerdo rápido que estaba oculto en su cabezo surgió. Era nítido, grácil y doloroso. Sus manos se movían veloces para poner los tubos de sangre. 

"Te extraño, te recuerdo cada día. Cada abrazo, cada beso" 

"Tus padres... No podemos" 

Los tubos se tiñeron de escarlata mientras subía la sangre. 

"Pero... Yo te amo" 

"Será algo bello que quedará" 

Las ondas de la máquina del corazón piteaban desesperadas. 

"¿Quieres que te olvide? 

"Eso depende de ti" 

La bolsa se vació, pero ella necesitaba más. 

"¿No le ves a esto un futuro?" 

"No" 

Se arremangó la manga y de su brazo blanco le puso otros tubillos que le quitaba la sangre. 

"Entonces, tendré que olvidarte. Adiós" 

"Adiós" 

Los colores de las mejillas de ella volvieron adoptar su sonrosado de adolescente que se le habían borrado al crecer. Él la contemplaba en silencio, debilitado, la veía fusionarse con la artificial luz de la ampolleta. 

La enfermera de práctica, al entrar, corrió desesperada buscando a otra de más experiencia. Él sólo veía a la paciente, su corazón dio un salto. 

A los pocos días ella se fue de alta con muletas. El accidente sólo le había afectado en parte a su corazón, en parte a sus piernas. La paciente nunca supo quién fue el que le salvo la vida, el doctor que la recibió a su despertar nunca lo había visto y se había hecho la idea de aceptar la cita del hombre que charlaba a su lado. Él la veía irse, feliz con otro y feliz de volver a su vida. 

Ella ya se había olvidado de él.






lunes, 4 de octubre de 2010

Sincera mentirosa verdad


Sonetos de muerte, sonetos de injuria 
creciente latente estrella del amanecer
pasa veloz con lentitudes de segundos.
Paliativas son las esperas tuertas
que esperan todos menos a mí misma.
Soledad es mi sola palabra del alma
que golpea mis sienes cuando me tumbo
en la conciencia imaginativa estridente
de la sincera mentirosa verdad.

Fulmino el recuerdo hiriente del olvidar
pero dejo el que me estrecha en balde.
Razones pequeñas que no dan basto
a las manos rabiosas que escriben y aúllan
discusiones a los ojos tiesos, apagados.
Perdón, sí es algo lejano y embustero
pues es fácil sentirlo, pero difícil decirlo
a las orejas cerradas que no saben el mar.
Si suspiro es porque es aire que ya no tengo
y de que su morada pulmonar se escapan
a un lugar que ya no alcanzo a llegar
ni con naves, ni con aviones, ni con trenes,
ni con las lunas llenas, ni con mi espíritu
que es impaciente y libre, incomprendido
en su pensar, pesar, crear, tentar, estar
de la sincera mentirosa verdad.

En toda la materia que compone
el mundo en sus bocas azules hambrientas,
oscuras en sus caries de lengua escamosa,
plateada ante la luz de la Dama de la Noche
y verde ante la mirada del Señor del Día.
Pequeñita estoy, saltando en estrella por estrella.
Cuido de no caerme, pero hay algunas rocas
que son resbaladizas y cenicientas de frías riñas
de la sincera mentirosa verdad.