En busca de otro mar
un día yo fui a buscar.
Fui por tierras y por montes
y encontré mi horizonte
una isla de vigías de piedra
que contenía mi triste pena.
Allí, y sus manos floreadas
sentí mi alma entusiasmada
que con su calor recio
me recibió energético,
con su sonrisa exótica
y mi tristeza indómita.
Se unió a mi corazón
una ráfaga de pasión
desbordante e inquietante
me sentía importante
cuando susurrabas en tu lengua
ese idioma de mi tregua
acallando los recuerdos
y reviviendo los momentos
de mi más fiera entidad
de mujer en felicidad.
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