Trovadora de Sueños e ilusiones

domingo, 5 de septiembre de 2010

La verdad



Sincerarse es algo tan difícil como esperar que la flor abra sus pétalos. La mentira la empequeñece por un tiempo dejándola triste y alejada de sí misma, como si no fuera ella. Pasa el tiempo y los vientos del aire la animan a ver el Señor del día que tanto adora, cada día la mima para que tenga el valor de ver. Pero ella teme que sea reprendida y deshojada cruelmente por ser débil y pequeña y espera tímidamente a que se olviden de ella. Un día, una mano grácil y liviana le rozó sus pétalos, la pequeña flor tiritó de espanto pero se dio cuenta que la mano sólo le había rozado con suavidad. Curiosa, abrió un poco sus brazos de flor y vio una dama sentada entre las nubes que la miraba. Era bella y su cuerpo estaba rodeado de una luz plateada. Le sonrió y le dijo que ya era hora de afrontar sus dudas y temores. La pequeña asintió anonadada y, para cuando se dio cuenta, la dama era rodeada de unos brazos fuertes y dorados, tornando al cielo de una fina aurora. La flor se cerró más en sí misma, incapaz de afrontar esa luz. Sus raíces fueron siendo alimentadas de una fina aura que luego recorrió sus hojas y su corazón. Se ladeó un poquito y vio como sus compañeras se abrían hermosas y coloridas ante la pareja que los veía sonrientes. El deseo de seguirlas fue fuerte pero ella se resistió. Asustada miró de reojo a la dama que estaba de sentada junto a ella. Sintió como está la volvía a acariciar y le decía con palabras mudas que tuviera valor. La flor asintió y la contempló unos instantes para luego mirar al Señor del día que miraba hacia otro lado. Respiró hondo y poco a poco fue abriendo sus brazos, dejando que la luz de la Dama de la noche la envolviese. Para cuando el señor le dirigía la mirada, ella estaba bella con sus pétalos abiertos, recibiendo todo el calor y comprensión que tanto necesitaba. La dama la dejó estar y se fue suspendida por palomas que la alzaron al vuelo como unas pequeñas estrellas izando a la luna. En cuanto a al señor, la siguió contemplando desde las alturas de su hogar, agradeciendo que la pequeña flor haya tenido el valor de llegar a ver el mundo y quitarse la mentira que tanto la agobiaba.


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